Corría principios de la década de los 70. El movimiento hippy se apagaba en Estados Unidos a la par que se extendía por otros lugares del planeta. La explosión de paz, color, inconformismo, amor libre, arte, música rock y drogas había cruzado el Océano Pacífico y estaba a punto de plantar profundas raíces en una pequeña localidad australiana.
Hasta entonces, Nimbin había sido un remoto pueblo montañoso del norte de New South Wales. Cuna de la cultura aborigen de los Bundjalung, había evolucionado de forma pausada durante milenios hasta la irrupción de los primeros europeos allá por 1840. Atraídos por la riqueza de sus árboles, idóneos para satisfacer a la industria maderera de la época, desplazaron como de costumbre a sus inquilinos primarios. Con la llegada del nuevo siglo, y una vez taladas las suficientes laderas, pasó a transformarse en lugar donde establecer granjas lecheras y plantaciones plataneras. La vida transcurría de forma tranquila para los nuevos pobladores del lugar. Hasta aquel mes de mayo de 1973.
El Festival Aquarius, promovido por la Unión Australiana de Estudiantes a modo de contracultura artística y musical, y que había aireado previamente sus alegres humos por Sydney, Melbourne y Canberra, tenía el punto de mira puesto en Nimbin. Se estima que durante diez días, más de cinco mil personas inundaron la relajada localidad transformando de nuevo su esencia. Fue tal el éxito del festival que muchos de aquellos jóvenes se establecieron en la zona y aún permanecen allí, predicando un estilo de vida alternativo y sostenible. El espíritu de la comuna.
Nimbin se presenta como una calle bidireccional de unos de doscientos metros, con coloridas casas y decoradas galerías. Predominan el rojo, el verde, el amarillo y el negro. Rastaman vibration. Seguir la ruta que marca la serpiente multicolor en las recargadas ocho habitaciones de su museo es todo un impacto para la vista y un reto para el intelecto. Sus pinturas y mensajes recogen las leyendas de los ancestros aborígenes, la repercusión del famoso festival o el desarrollo actual del pueblo y de la filosofía que allí se promueve.
Pasear unas pocas horas por las calles Nimbin son suficientes para despertar un cúmulo de sensaciones, que trasladan desde los melancólicos acordes de Neil Young hasta las ininterrumpidas risas con aires de cannabis; desde la colorida explosión artística hasta los bailes en globo de sus habitantes; desde los debates sociales a golpe de cerveza a los pequeños talleres artesanales.
La autodenominada «Capital Alternativa de Australia» se ha convertido en un singular reducto no ajeno a todo tipo de controversia. Defensores de la vida en comunidad y del desarrollo sostenible, esconde también las alegrías y miserias de personas atrapadas por el tiempo y los efectos de las drogas. Cuentan que hace unos años merodear por Nimbin suponía sortear personas superadas por éstas, y que actualmente, una vez que la única patrulla de policía ceja su labor al llegar el ocaso, comienza el vaivén del trapicheo.
Sin embargo, hoy se adivina como una sociedad que pretende salir de sus propios males mediante la promoción del turismo y el mantenimiento de una filosofía de vida que, aún cuestionada, parece retar al no menos cuestionado capitalismo.
Nimbin sigue siendo un lugar apartado y escondido. Es difícil acceder a él si no se dispone de navegación por satélite, aunque la ruta montañera desde Byron Bay bien merece la pena. De vez en cuando se puede observar algún colorido autobús o alguna legendaria furgoneta Volkswagen estancada en alguno de sus bosques, junto a alguna de las viviendas.
Aires hippies siguen sobrevolando Nimbin, ese controvertido y recóndito reducto inconformista que se mantiene rebelde en el país de las normas. Like a hurricane.
fumeta’s village!!!
Sí bueno, la verdad es que fumar se fuma allí y tienen fama de preparar buena repostería también. El único lugar donde se permite el cultivo de marihuana en todo el país. Es un fenómeno curioso lo de Nimbin, especialmente aquí que son súper estrictos con las drogas, incluido el alcohol, y con eso no te digo ná y te lo digo tó. Besos Elisa!
Por las fotos y lo que cuentas parece un micromundo. Da la sensación de que las personas fotografiadas son ajenas totalmente a la que está cayendo en el mundo, lucky people!! Por cierto, interesante lo de poner enlaces. No se si en anteriores relatos estaban pero lo acabo de descubrir. Besos
Efectivamente micromundo es la mejor definición de Nimbin. Luego ya da para todas las opiniones. Lo de los enlaces es nuevo, innovando ya sabes 😉 Besos
muy bueno, jenry. súmale a todo eso unos espetos y ya sí que merece la pena una visitilla.
abrazote!
Qué genio eres Angelote! No tanto como Juangra pero vales su peso en oro. Súperabrazo!
No se puede describir mejor…. Vaya día guapo que pasamos….muy fuerte los personajes que por allí había, seguramente con miles de historias a sus espaldas… Un sitio que merecen ser visitado…. Muy bueno el reportaje fotográfico y el temazo de Neil Young….un abrazo my friend!!! Nos vemos en un mes…
Nos debíamos haber tomado alguna otra cervecilla en Nimbin en vez de tanta catarata y tanto bosque de cedros. Un abrazo Tru!!! Ya mismito brindamos